Prometí no irme, prometí no rendirme,
prometí...espera ¿y tú qué? También prometiste, y creo que
tampoco ha habido resultados favorable pero no te culpo, nadie es
perfecto, nadie se libra de besar al fracaso, nadie, pero
absolutamente nadie es capaz de aguantar siempre, toda la fuerza se
va por la boca gracias al éxito, a la felicidad y es en cuanto
estamos mal, o cuando abrazamos la tristeza, es donde vemos quiénes
somos, lo que valemos y lo que merecemos.
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