domingo, 15 de enero de 2012

Tomar de la mano a la soledad.


Quiero, ante todo que nunca digas mi nombre, ni mis defectos ni mis virtudes, porque esto será mi nuevo principio, he renacido, no quiero vivir en el pasado y acepté que estás en él, he podido sentir como en mis venas además de sangre, ha circulado no rabia, sino dolor, dolor y odio a la vez por haberte perdido y sé que del dolor se aprende, que de cada cicatriz saldrá no quejas, ni cielo ni infierno, ni esperanzas ni condenas, mis mil cadenas no te obligan a estar conmigo porque sé que te vas y yo seguiré con mi camino, pero ojalá que no hoy, ni mañana pero sí un día, antes de que suelte mi último aliento y mis fuerzas se sequen, pueda verte sonreír, porque mi felicidad se basa no en los golpes, sino en el vacío que dejas en mí.

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