No es un adiós, no es un hasta
siempre, ni siquiera un nunca más, es un hasta luego porque lo que
de verdad nos une, no son los metros que estemos el uno al otro, ni
las charlas que hagamos, ni mucho menos las tardes de lluvia que he
pasado contigo, sé que esto no lo entenderás, sé que verás un
poco tonto esto tan tarde pero, nunca quise esto, nunca quise
separarme de ti, pero lo primero ante todo, es tu felicidad, el
bienestar que aquí no encontrarás, mis manos con las tuyas estarán,
no juntas pero si unidas por algo más, por algo que se ha formado en
mí desde el día que te conocí, desde el momento en que te tuve en
mis brazos, desde el instante en que pude ver tu pelo, tu piel, tus
ojos, ese maldito peso que llevo encima y que me está matando, no
por tu ausencia, sino por no ser más fuerte de lo que tengo que ser,
he aquí mi última promesa, y es que estés donde estés, una parte
tuya descansará en mí, y un trozo de mí estará contigo, quieras o
no, nos une algo más que la misma familia a la que permanecemos. Se
feliz y yo lo seré, y ahora, cuida y prométeme que harás todo lo
demás para cumplir tus sueños y deja que mis demonios vayan
conmigo, descansando de tanto dolor, a la espera de nuestro nuevo
encuentro.
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